sábado, 28 de julio de 2012

Cavendish y su imperio, derrotados por Vino


Los Juegos Olímpicos han empezado con una de las pruebas más esperadas. Su resolución final era también de las más previsibles. Pero todos los pronósticos se han ido al garete con una carrera loca y emocionante, de las que hacen afición, de las que hacen que en deporte en general y, en ciclismo en particular, nunca se de nada por sentado.


La carrera de hoy se presentaba con un único favorito: Mark Cavendish. El ingles se presentaba en Londres como si fuera el Almirante Nelson al mando de una armada británica poderosa como pocas, con lugartenientes como el ganador del último Tour de Francia Bradley Wiggins o el segundo de esta misma edición de la ronda gala, Froome.


Sin embargo, no siempre tener el mejor ejercito te garantiza la victoria. Desde el primer momento se ha visto el potencial del seleccionado británico. Ellos hacían y deshacían a su antojo, guiando al resto de corredores hacia el destino que habían preparado, que no era otro que la coronación olímpica de su mejor baluarte. Lo bueno es que el resto de ciclistas no habían venido a Londres de turismo y a ver como celebraban los ingleses un oro más. A la mitad del recorrido, comenzaron los ataques.

Los ataques parecían escaramuzas, no buscaban llegar al final pero si conseguían lo que pretendían: desgastar al ejército de Cavendish. De pronto apareció Phillipe Gilbert, el clásicómano belga. Probablemente, Vinokourov le deba su medalla de oro al gran ciclista valonés.


El belga intentó luchar contra el Imperio y no ganó, pero gracias a el y a Nibali desgastaron a los ingleses de tal manera que se produjo la escapada buena, la definitiva. En ella no había ningún súbdito de su majestad la Reina Isabel II. La sorpresa empezaba a gestarse.

Con una renta de unos 40-50 segundos, el grupo escapado, formado por unos 20-30 corredores, decidió poner de su parte para que al menos no ganara Cavendish. A pesar del esfuerzo de todos sus compañeros, el de la Isla de Man no pudo llegar a conectar con los rebeldes que consiguieron derrotar a sus huestes.
Así prosiguió la carrera a falta de 9 kilometros para el final. En el grupo bueno sabían que habían derrotado al gran enemigo pero ahora se cernía la duda: ¿quién saldría victorioso de esa batalla?

Las dudas empezaron y Rigoberto Urán no desaprovechó la ocasión. Lanzó un duro ataque que solo un perro viejo como Vinokourov pudo contestar. En el grupo dejaron de entenderse para ver como se les escapaban y dejaban entre ellos de 10 a 15 segundos de separación.

Visto que ni Valverde, ni Luisle ni otros grandes corredores se aclaraban para ver quien iba tras ellos, el duelo entre los 2 escapados iba sería lo que decidiese quien se llevaría el oro. Mantuvieron la distancia hasta el final. Fue un fallo del colombiano que, muy cerca de la línea de meta, miró hacia atrás para ver a que distancia estaba el grupo. Ese momento lo aprovecho el kazajo, que tiene la experiencia y velocidad suficiente para leer esas situaciones. No hacía falta ver como cruzaba la línea de meta para saber que iba a ganar. De todos modos, todo aficionado al ciclismo se habrá emocionado al ver a este pedazo de ciclista sumar su última gran gesta. Con 39 años, pocas cosas le quedan por demostrar al gran Vino.

Como si de una batalla legendaria se tratara, el Imperio ciclista británico cayó ante tanta escaramuza, triunfando frente al palacio de Buckingham un general que ha disputado la última de sus guerras. Enhorabuena Vino, te puedes retirar en paz. 



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