Los
Juegos Olímpicos han empezado con una de las pruebas más esperadas. Su
resolución final era también de las más previsibles. Pero todos los pronósticos
se han ido al garete con una carrera loca y emocionante, de las que hacen
afición, de las que hacen que en deporte en general y, en ciclismo en
particular, nunca se de nada por sentado.
La
carrera de hoy se presentaba con un único favorito: Mark Cavendish. El ingles
se presentaba en Londres como si fuera el Almirante Nelson al mando de una
armada británica poderosa como pocas, con lugartenientes como el ganador del
último Tour de Francia Bradley Wiggins o el segundo de esta misma edición de la
ronda gala, Froome.
Sin
embargo, no siempre tener el mejor ejercito te garantiza la victoria. Desde el
primer momento se ha visto el potencial del seleccionado británico. Ellos
hacían y deshacían a su antojo, guiando al resto de corredores hacia el destino
que habían preparado, que no era otro que la coronación olímpica de su mejor
baluarte. Lo bueno es que el resto de ciclistas no habían venido a Londres de
turismo y a ver como celebraban los ingleses un oro más. A la mitad del
recorrido, comenzaron los ataques.
Los
ataques parecían escaramuzas, no buscaban llegar al final pero si conseguían lo
que pretendían: desgastar al ejército de Cavendish. De pronto apareció Phillipe
Gilbert, el clásicómano belga. Probablemente, Vinokourov le deba su medalla de
oro al gran ciclista valonés.
El
belga intentó luchar contra el Imperio y no ganó, pero gracias a el y a Nibali
desgastaron a los ingleses de tal manera que se produjo la escapada buena, la
definitiva. En ella no había ningún súbdito de su majestad la Reina Isabel II.
La sorpresa empezaba a gestarse.
Con
una renta de unos 40-50 segundos, el grupo escapado, formado por unos 20-30
corredores, decidió poner de su parte para que al menos no ganara Cavendish. A
pesar del esfuerzo de todos sus compañeros, el de la Isla de Man no pudo llegar
a conectar con los rebeldes que consiguieron derrotar a sus huestes.
Así
prosiguió la carrera a falta de 9 kilometros para el final. En el grupo bueno
sabían que habían derrotado al gran enemigo pero ahora se cernía la duda:
¿quién saldría victorioso de esa batalla?
Las
dudas empezaron y Rigoberto Urán no desaprovechó la ocasión. Lanzó un duro
ataque que solo un perro viejo como Vinokourov pudo contestar. En el grupo
dejaron de entenderse para ver como se les escapaban y dejaban entre ellos de
10 a 15 segundos de separación.
Visto
que ni Valverde, ni Luisle ni otros grandes corredores se aclaraban para ver
quien iba tras ellos, el duelo entre los 2 escapados iba sería lo que decidiese
quien se llevaría el oro. Mantuvieron la distancia hasta el final. Fue un fallo
del colombiano que, muy cerca de la línea de meta, miró hacia atrás para ver a
que distancia estaba el grupo. Ese momento lo aprovecho el kazajo, que tiene la
experiencia y velocidad suficiente para leer esas situaciones. No hacía falta
ver como cruzaba la línea de meta para saber que iba a ganar. De todos modos, todo
aficionado al ciclismo se habrá emocionado al ver a este pedazo de ciclista
sumar su última gran gesta. Con 39 años, pocas cosas le quedan por demostrar al
gran Vino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario